martes, 21 de febrero de 2012

Protesta contra la reforma laboral: poco ruido y muchas nueces

No hubo altercados. La marcha transcurrió de forma pacífica. Por no haber, no hubo ni voces. La gente no gritaba. No sé si por no estar todavía suficientemente cabreada o debido al temor infundido por la que se les venía encima. Pero lo cierto es que apenas se oía a las personas allí congregadas. Solamente si prestabas atención podías escuchar algún que otro diálogo. Algún susurro apagado. Y algún que otro cántico perdido entre la multitud. “No vamos a permitir que nos quiten lo que tanto nos costó luchar”, decían unos. “Esto no es la solución, hay que hacer una huelga general”, puntualizaban otros. En definitiva, poco ruido para tantas nueces.


Era un grupo. Decenas. Cientos. Miles. Miles de decenas. Cientos de miles. Pese al baile de cifras que abría los periódicos ese mismo día, lo cierto es que allí había mucha gente.  Filas y filas de ciudadanos. Familias enteras. Grupos de amigos. Personas solitarias. Sindicalistas y gente de a pie. Con pancartas algunos. Con cámara de fotos otros. Gritando o debatiendo con el compañero de trayecto. Cientos de personas ocupaban las calles madrileñas aquella mañana del 19 de febrero.

Foto: María Vila

Se habían citado allí para protestar. Con el objetivo de mostrar su disconformidad respecto a la reforma laboral presentada por Mariano Rajoy días antes. Por el presidente que había ganado las pasadas elecciones, pese a que muchos de los que allí se congregaban no le habían votado. No obstante, acataban su posición. Y por eso estaban allí. Para mostrarle que el pueblo, el mismo que lo había designado, no estaba de acuerdo con sus políticas. Y no iba a quedarse de manos cruzadas, aunque sí callado, ante semejantes recortes en lo que a los derechos de los trabajadores se refiere.

Foto: María Vila

El decreto-ley de reforma laboral, publicada en el Boletín Oficial del Estado el pasado 11 de febrero, abarata y facilita el despido, acaba con la prórroga indefinida de convenios limitándolos a un máximo de dos años, y da mayor poder a los empresarios. Gracias al nuevo texto los patrones podrán bajar el sueldo a los trabajadores de manera unilateral esgrimiendo, simplemente, razones de competitividad o productividad y teniendo que notificarla con tan sólo 15 días de antelación. Sin embargo, mientras los populares defienden que el abaratamiento del despido alentará a los empresarios a llevar a cabo contratos indefinidos, muchos economistas señalan lo contrario. Algunos expertos, como Albert Recio, economista de la Universidad de Barcelona, o Fernando Valdés Dal-Ré, catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense de Madrid, sostienen que la reforma es una involución en lo que a los derechos democráticos se refiere.


Dicha reforma laboral se enmarca dentro de la política de recortes llevada a cabo por el gobierno popular bajo la promesa de activar así la economía española. “Esa idea de que la austeridad traerá confianza no es cierta”, puntualiza Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía; para añadir: “el error fundamental de todo esto es que las estructura de la economía se sostienen en los recursos: en los recursos humanos, en los recursos de capital y en los recursos naturales. Y esta dictadura de la deuda impide que empleemos correctamente los recursos. Y todo eso causa mucho sufrimiento. Debemos saber que todos perdemos si no empleamos correctamente los recursos”.

Foto: María Vila

Y por eso estaban allí. Reunidos. Todos. Para dejar claro que aquella no era la solución a la crisis. Que la pérdida de derechos no arreglaría nada. Se hallaban allí. Personificados pero mudos. Callados. Sin voz. Quizás porque aquello sólo era el principio…

No hay comentarios:

Publicar un comentario