¡He de confesarlo! Nunca me han llamado demasiado la
atención los cómics… Supongo que siempre lo he visto como un género a medio
camino entre la narrativa y los dibujos animados. Incapaz de deleitarme con la
dialéctica de una buena novela y demasiado complejo como para permitirme la
desconexión mental que me facilitan los ‘dibus’. Siempre lo he ubicado en un
punto medio. En tierra de nadie. Perdido y quizás hasta solitario. Un mix
ciertamente confuso. Y yo, que soy de extremos, opté en su momento por no
acercarme a un mundo que quizás tiñese de gris mi entorno bicolor.