lunes, 16 de enero de 2012

Sergio Prego: el continente como viaje introspectivo

Un enorme globo blanco. Eso podría parecer la obra de Sergio Prego (Fuenterrabía, 1969) expuesta hasta el 14 de enero en la galería Soledad Lorenzo de Madrid. Sin embargo, como en tantas otras ocasiones, la belleza está en el interior.

(Foto: Galería Soledad Lorenzo)


La instalación, que ocupa todo el espacio expositivo, recuerda inevitablemente al proyecto titulado Ikurrina Quarter. Llevada a cabo dentro del apartado Art Unlimited 2009 para la 41ª edición de Art Basel, la obra se basaba en un cilindro en forma de corredor de 2,5 m de diámetro y 120 cm de largo cuyo interior podía ser transitado por el visitante.


(Foto: María Vila)

En esta ocasión se trata de una estructura neumática preso-estática de 40 m de longitud y 16 m de perímetro, con una entrada/salida en cada uno de sus dos extremos. No obstante, la particularidad de esta instalación reside en que, a diferencia de la anterior, ésta desborda el espacio asignado para su exhibición, viéndose obligada a adoptar una forma heterogénea. Áreas curvas y rectas se mezclan con pliegues y escaleras, constituyendo un espacio con ciertas connotaciones digestivas y en el que se desdibuja el concepto de corredor.

(Foto: María Vila)

El punto fuerte de la obra reside en el protagonismo que cobran los transeúntes a la hora de experimentar dicho espacio. Tras una huracanada entrada, que recuerda inevitablemente al parto, nos encontramos con un espacio tranquilo y sosegado, dominado por una luminosidad uniforme y una inusual quietud. Un sitio acogedor, cual útero materno, donde perdemos la noción de la realidad. El silencio y el color blanco lo inundan todo, convirtiendo ese espacio dentro de una galería de arte en el centro de Madrid en una especie de Polo Norte donde encontrarnos con nosotros mismos. Donde todo pierde sentido. Únicamente existe la nada...

(Foto: María Vila)


Pero la obra de Prego no se queda en la libre experimentación por parte del visitante, que no necesita conocimientos previos para poder disfrutar de la experiencia con todos sus sentidos, sino que también lleva a cabo un juego de contrastes. Entre el contenido y el continente. Exterior vs interior. Llevando a cabo un vaciado de contenido de la idea de construcción, para crear un ‘no lugar’ propicio para la desidentificación. En definitiva, Prego es capaz, con dicha obra, de crear un espacio donde el tiempo se suspende y a través del cual llevar a cabo una experiencia identitaria.

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